Mi movilidad Erasmus+ para estudios en Venecia (Italia): Paola Barbero, ESADA

Paola Barbero, alumna del 3er. curso de Diseño de Interiores en ESADA

Movilidad Erasmus+ para estudios en UNIVERSITÀ LUAV DI VENEZIA (Italia) desde septiembre 2024 a febrero 2025.

Desde pequeña, siempre tuve la ilusión de vivir en Italia, y cuando vi que el programa ERASMUS+ de ESADA incluía la ciudad de Venezia, supe que ese sería mi destino. Fue entonces cuando comencé a estudiar italiano por mi cuenta. Con miedo, pero con muchas ganas de cumplir un sueño, presenté mi solicitud y conseguí el destino que tanto deseaba.

El 17 de septiembre tomé mi vuelo rumbo a Venezia y me instalé en mi residencia, donde casi todo el mundo hablaba en otro idioma. Al principio, todo fue un poco caótico: una ciudad nueva, un idioma que aún no dominaba, una universidad diferente y sin conocer a nadie.

Pero, en pocos días, conocí a dos chicas españolas y después a mi compañera de habitación, que también era española. A partir de ahí, todo empezó a fluir como el agua. Cocinábamos juntas en la cocina de la residencia, viajábamos casi cada fin de semana, salíamos de fiesta cada vez que podíamos… no parábamos de hacer cosas.

Estudiar en la IUAV al principio fue un poco lioso, porque en las dos primeras semanas teníamos que elegir las asignaturas del cuatrimestre. Para decidir cuáles escoger, asistía a clase tanto por la mañana como por la tarde. Pero, una vez elegidas, tanto los profesores como los compañeros siempre estaban dispuestos a ayudar con cualquier duda.

Los primeros meses de mi ERASMUS+ los pasé con mi grupo de cuatro chicas, y juntas no paramos de viajar. Cuatro días en Viena paseando por sus preciosas calles, de fiesta en Padova por Halloween, visitando Ljubljana y el lago Bled (donde casi perdemos el autobús de vuelta a Venecia), explorando la ciudad universitaria de Bologna, enamorándome de cada rincón de Verona, haciendo una locura de viaje a Budapest para ver sus mercadillos navideños, paseando por Bratislava, intentando no morirnos de frío en Warsaw y, como no, disfrutando del carnaval de Venecia.

Después de Navidad, o quizá uno o dos meses antes de que terminara mi ERASMUS+, mi grupo de amigos se amplió. Aunque no viajábamos tanto juntos, solíamos pasear por las distintas islas de Venecia, descubriendo nuevos rincones en Burano, Murano y Giudecca. Pasábamos mucho tiempo en la residencia, jugando al billar, a las cartas o simplemente charlando, compartiendo cenas que casi siempre terminaban en fiesta. La música no era precisamente la mejor, pero al final lo que realmente importa en una fiesta es la compañía. Aunque en Venecia las fiestas no suelen durar hasta tarde, siempre encontrábamos la forma de seguir pasándolo bien y, entre risas y anécdotas, acabábamos acostándonos a las tantas.

Y bueno… mi ERASMUS+ llegó a su fin. Me despedí de personas que, cinco meses antes, eran completos desconocidos, pero que ahora se habían convertido en una parte esencial de mi vida. Con ellos compartí aventuras y, sobre todo, risas, creando recuerdos que nunca olvidaré. Durante todo el vuelo de vuelta a España, tuve la sensación de que todo lo que había vivido en esta experiencia había sido un sueño.

En definitiva, el ERASMUS+ ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida. Te saca de tu zona de confort, te hace más independiente, más seguro de ti mismo y te enseña otra forma de ver el mundo. Así que, si estás leyendo esto y tienes dudas sobre si irte de ERASMUS+, hazlo. No lo pienses más. No te arrepentirás de vivir esta experiencia, a la que yo llamo mi segunda vida.